viernes, 13 de julio de 2007

LATIN JAZZ TRÍO Y LOS

SAGACES JUEGOS MUSICALES DE TIEMPO

Por FERNANDO UREÑA RIB

Intrincado y sutil, Yan Carlo Artime asalta el tiempo y le arrebata sus íntimos secretos musicales con incisiva precisión. Los veloces y sabios dedos del pianista obedecen el instinto, que se apodera del instrumento, logrando hábiles vaivenes que nos transportan desde la exaltación al suspiro, y de ahí a la melancolía. El concierto se presentó este jueves 12 de julio en el Festival de Jazz de Casa de Teatro. No se trataba, sin embargo, de efectos especiales ni de virtuosismos espectaculares o tecnicismos fríos.
El alma del piano revoloteaba en el ambiente, cobraba vida, se enardecía o se enternecía, se aletargaba o se conmovía junto al alma de este artista artista cubano, creando una comunicación simbiótica con los demás músicos y con la audiencia que seguía su ejecución apasionada. Se advierte una sólida formación musical especialmente en su manera de componer y descomponer, de des-estructurar y re-estructurar melodías.
En el trío se destaca el bajista Ramón Vásquez, quien hace los contrapuntos del piano, lo apuntala, lo sustenta, le aporta una grave sensualidad masculina y consigue exaltar con matices sonoros, vibrantes y muy propios, toda la fuerza del conjunto.
Guy Frómeta tiene rostro de profeta. Y probablemente lo sea. Porque Guy Frómeta se convierte en una esponja mágica que absorbe cada sonido de la noche y lo transforma en ritmo, en latido, en pulsación, en onda que repercute y conduce.
Atento a lo que viene, advierte, prevé y da las pautas, señala sutil o ferozmente el camino y se convierte en el "beta male" en el líder secreto y natural del conjunto. Pero es todo su juego sagaz con el tiempo. De pronto él mismo se deja llevar, escucha aún más atentamente y obedece, navegando en las aguas del piano. Y de pronto despierta y no podemos ya seguirle con los ojos, porque se trata de un monstruo, de un pulpo con ocho brazos que se vuelven casi simultáneamente contra el tambor bajo o el timbal, contra el cencerro o el platillo y ya no vemos los palillos que se pasean imperceptiblemente salpicadas por las notas saladas, dulces o picantes del piano y por la grave presencia del bajo, con sus solemnidad y con sus voces.
Una hermosa experiencia musical la de esta noche, en el festival de Jazz de Casa de Teatro.